Autor: Carla Montero
Editorial: Plaza & Janés
Año: 2014
ISBN: 978-84-013-4304-9
Nº de páginas: 400
SINOPSIS: Lee la sinopsis de este libro pinchando AQUÍ
Descubrí a Carla Montero a través de Una dama en juego, obra con la que ganó el
premio Círculo de Lectores en el año 2009 y cuya lectura a mí no me
entusiasmó ya que la trama tardó en despertar mi interés y no conseguí
conectar con su protagonista. En cambio, disfruté mucho con su segunda
novela, La tabla esmeralda, en la que aborda el expolio de obras de arte
durante el periodo de la Segunda Guerra Mundial, un tema sin duda interesante. Con esta última referencia, cuando hace unas
semanas se publicó La piel dorada con una sinopsis que me resultaba
atractiva, me anoté su título con la intención de leerlo en cuanto
tuviese oportunidad y, gracias a la editorial que me ofreció un ejemplar
para reseñar, no tuve que esperar demasiado.
La
trama de La piel dorada nos traslada a la ciudad de Viena en 1904, año
en el que tienen lugar una serie de asesinatos que conmocionan a la
sociedad. Todas las víctimas son mujeres jóvenes y hermosas que trabajan
como modelos de arte y pertenecen a La Maison des Mannequins, una
institución dedicada a seleccionar y formar modelos fundada por la
enigmática Inés, conocida además por ser la amante de uno de los
pintores más famosos de Viena, Aldous Lupu.
El
encargado de investigar dichos crímenes será Karl Sehlackman, inspector
de la brigada criminal de la Policía Real e Imperial de Viena, quien
tendrá que hacer frente a un complejo caso que se verá agravado cuando
todos los indicios señalen como sospechosos a su amigo de la infancia
Hugo, hijo del príncipe von Ebenthal, quien en el pasado ya se vio
implicado en un asesinato que Karl resolvió declarándole inocente; e
Inés, la mujer de la que no ha podido evitar enamorarse.

La
piel dorada da comienzo con un prólogo escrito por Karl Sehlackman,
convertido ya en ex inspector, quien recuerda los crímenes a los que
tuvo que hacer frente en la ciudad de Viena y cuya historia es la que
expondrá seguidamente. A continuación y a lo largo de dieciséis
capítulos, iremos siguiendo el curso de los acontecimientos que tendrán
lugar entre abril de 1904 y marzo de 1905, combinando para ello la
autora dos líneas argumentales. Así por un lado tenemos unos capítulos
que podemos considerar la línea argumental principal, en los que se
utiliza un narrador omnisciente que nos va relatando lo sucedido en cada
uno de los escenarios, indicándose tanto la ubicación como la fecha en
la que tiene lugar la acción para ayudar al lector a situarse. Por otra
parte, están otros capítulos narrados en primera persona por el
inspector Sehlackman, recogiendo tanto sus avances en el caso como sus
sentimientos e impresiones. En este caso, no sabemos exactamente en qué
periodo se sitúa la acción ya que únicamente aparece un encabezado que
nos indica unos meses después, por lo que el momento en el que se sitúan
esas partes con relación a la trama principal queda un tanto en el aire
y desde mi punto de vista, habría quedado más claro indicando un tiempo
concreto. Como complemento a todo ello, aparecen intercalados algunos
párrafos en letra cursiva y narrados desde la perspectiva del asesino,
utilizando para ello la primera persona.
En
cuanto al estilo, Carla Montero escribe con una prosa cuidada, concisa y
clara que facilita la lectura, manteniendo equilibrados narración y
diálogo e incluyendo así mismo las descripciones necesarias para que nos
podamos hacer una idea del contexto en el que tiene lugar la acción. El
ritmo al comienzo de la novela es más pausado pues se centra
principalmente en la presentación de personajes y en el desarrollo de
vínculos entre ellos, ganando en intensidad a medida que avanzamos y va
adquiriendo importancia la trama en torno a los asesinatos. Relacionado
con esto, creo que la autora ha logrado dosificar de una forma correcta
el suspense, manteniendo los interrogantes en torno a la identidad del
asesino e imprimiendo emoción e intriga paulatinamente hasta llegar a un
final que cierra de una forma satisfactoria y convincente la trama.
Como
personajes principales nos encontramos tanto a Karl Sehlackman como a
Inés y Hugo von Ebenthal, estando los tres caracterizados con
profundidad y riqueza de matices. Al convertirse en narrador, Karl es
quizás la figura que más deja ver de su personalidad aunque hace gala de
un carácter distante y un tanto neutro, centrándose más en su trabajo y
dejando a un lado sus sentimientos. En este sentido son más llamativos
los personajes de Hugo e Inés, pues ambos tienen historias pasadas que
iremos descubriendo poco a poco y que nos ayudarán a comprender las
motivaciones que tienen en el momento actual, manteniéndose en todo
momento un cierto halo de misterio en torno a su implicación con los
asesinatos.
Junto
a estas tres figuras principales nos encontramos con algunos personajes
secundarios que no llegan a sobresalir demasiado, lo que no es
obstáculo para que estén bien definidos y resulten fácilmente
identificables dentro de la trama.
Por
su parte, la ambientación histórica de La piel dorada es uno de los
puntos a destacar. Carla Montero nos traslada a Viena en unos años marcados por el
cambio, en los que el modernismo se impone y la ciudad se muestra
extremadamente conservadora y aferrada al pasado. De esta manera nos muestra la realidad de un imperio decadente tanto desde los bajos
fondos en los que están presentes la miseria, la injusticia y la
exclusión a la que se ven sometidas las personas que llegan a esta
ciudad buscando una mejora, como desde la vida de lujo y arte que
ostentan las clases más altas de la sociedad.
Uno
de los aspectos abordados más a fondo es el relacionado con el mundo
del arte exponiendo el clasismo, el machismo y el racismo imperante en
el mismo, así como las dificultades a las que tenían que hacer frente las
mujeres, a quienes no estaba permitido el acceso a la Academia de
Bellas Artes de Viena y debían limitarse a volcar su talento en la
pintura de retratos, paisajes o bodegones. Quedaban por tanto excluidos
los desnudos pues la moral, la decencia y la ética no contemplaban que
una dama mostrase su cuerpo desnudo y es por este motivo que las modelos
de artistas eran equiparadas por la sociedad con las prostitutas.
Puesto
que la investigación de los asesinatos ocupa buena parte de la trama,
también resulta interesante observar los métodos empleados en el
análisis de pruebas y datos que lleven a esclarecer los hechos junto a los
avances en medicina forense en una época en la que el imperio despunta
en esa materia.
Como
complemento a todo lo expuesto, nos encontramos con una trama romántica
que gira en torno al personaje de Inés y que aumenta el interés de la lectura, convirtiéndose en una línea argumental que transcurre de
manera paralela pero estrechamente vinculada con la principal.
En
resumen, La piel dorada es una novela que cuenta con una buena
ambientación y documentación y en la que se aúna la investigación
criminal con la historia personal de sus protagonistas, dando lugar a
una lectura que tras un lento inicio va ganando en intensidad, logrando
mantener el interés por el desarrollo de los acontecimientos hasta
llegar a su resolución final.
FUENTES: imagen autora aquí
Gracias a la editorial por facilitarme el ejemplar