Título: El señor de Lordemanos
Autor: Miguel Ángel Badal Salvador
Editorial: De Librum Tremens
Año: 2011
ISBN: 9788415074199
Nº de páginas: 333
SINOPSIS: Lee la sinopsis de este libro pinchando AQUÍ
RESEÑA:
Ya os he comentado alguna vez que la novela histórica es uno de los géneros que más me gusta y es que son novelas con las que aprendes mucho al mismo tiempo que disfrutas de la lectura. Dentro del género encontramos algunas que tienen más aventuras y solo están ambientadas históricamente, lo que hace que sean más adecuadas para lectores a los que no les gusta demasiado este género, por ejemplo El sanador de caballos y otras como El señor de Lordemanos, que reproducen un acontecimiento histórico y que quizás son más recomendables para los amantes de las buenas novelas históricas.
El señor de Lordemanos llegó a mí gracias a su autor, Miguel Ángel Badal, quien amablemente me la envió en formato electrónico para leer y reseñar. A primera vista el argumento me llamó mucho la atención, ya que no había leído nada antes sobre la Galicia medieval y lo que nosotros conocemos comúnmente como vikingos, aunque en la novela vemos que no es el término adecuado para referirse a ellos, en este caso son lordemanos. Aunque no es la novela histórica que estoy acostumbrada a leer, ya que yo me inclino más por las que os he señalado antes de aventuras, más comerciales, me ha gustado mucho y tengo que señalar que he aprendido muchísimo con esta lectura, datos que desconocía y me han dejado sorprendida.
¿Cuántos de vosotros sabíais que lo que hoy es la catedral de Santiago de Compostela era la iglesia catedral de San Jacobo? y es que Jacobo es el origen del nombre que ha ido cambiando hasta llegar a Santiago, curioso ¿verdad? confieso que tuve que recurrir a internet para desvelar la intriga. Os pongo este dato a modo de ejemplo porque es el que más me llamó la atención.
La historia nos traslada a la Galicia del siglo XI con el obispo Cresconio como protagonista. Es una época convulsa, en la que Galicia se encuentra inmersa en una situación de caos político y sufre los intensos ataques normandos, que llegan a sus costas atraídos por el reclamo del santuario del apóstol.
Está narrada en dos tiempos, por un lado nos situamos en el año 1050 en el que Cresconio se encuentra inmerso en la escritura de un códice en el que intenta recoger el relato del doble milagro de San Pascentio. La labor no es sencilla, ya que los recuerdos se difuminan en su mente por el paso del tiempo y se mezclan con los temores de sufrir el castigo de los horrores del infierno al morir excomulgado, que martirizan al obispo. Mientras, en el exterior, la ciudad de Compostela se prepara para afrontar el inminente saqueo por parte de los lordemanos, a los que esperan enfrentarse como años atrás ya hiciera el obispo en otro emplazamiento.
Por otro, nos trasladamos a la época en la que tuvieron lugar los hechos que el obispo intenta recoger en el códice, una época en la que él mismo tuvo que hacer frente a los ataques de los saqueadores nórdicos, llegando a participar en las batallas y enfrentarse al mismísimo conde Ulfo. Recuerda su encuentro con Torvaldo, conde de Lordemanos, al que acudió para solicitar su ayuda en la lucha contra los vascones y las batallas que tuvieron lugar posteriormente en las que el obispo tomo parte activamente.
La novela se divide en ocho capítulos en los que el obispo Cresconio nos va guiando por los acontecimientos al mismo tiempo que nos hace partícipes de sus miedos y reflexiones. En los capítulos se mezcla la narración presente con los hechos vividos años atrás por el protagonista pero ambas historias están muy bien diferenciadas y el hilo de la historia se sigue perfectamente. Esta división en la narración la consigue al autor cambiando el tiempo del narrador y es algo en lo que introduce un pequeño contraste, ya que la narración actual está contada en tercera persona y los hechos pasados se narran en primera persona por Cresconio, lo que da fuerza al relato y hace que el lector se sienta más dentro de la historia.
Junto a estos ocho capítulos el libro incluye un prólogo a cargo de Miguel Romero, presidente de la ACMET y varios epílogos en los que se recogen una nota del autor que nos explica el contexto histórico de la novela, la relación de los personajes históricos del relato, el significado de los topónimos antiguos utilizados en el libro, un glosario y una bibliografía.
Dos de los aspectos más destacables de la novela son el estilo narrativo utilizado por el autor y la gran labor de documentación que tiene la obra. Desde el principio te das cuenta de que la forma en la que está escrita es diferente, se ha cuidado mucho la narración, utiliza topónimos antiguos para los emplazamientos y nombres además de mucho vocabulario propio del periodo, términos latinos, gallegos y en lengua romance según nos explica posteriormente en el glosario. Esto llena de riqueza la narración, ya que por una parte consigue sumergir al lector en el periodo, el uso de estos términos tanto en el relato como en los diálogos hace que tengas la sensación de estar viviendo de cerca el medievo gallego y por otra parte sirve para que la lectura sea un aprendizaje continuo, tanto de palabras como de las denominaciones de sitios que en mi caso personal son muy conocidos por cercanía a mi lugar de residencia y me ha gustado mucho descubrir cómo eran conocidos en la antigüedad.
Siendo el protagonista de la novela un miembro del clero, también encontramos párrafos marcados por la religiosidad, algunos extractos en latín y fórmulas eclesiásticas que nos acercan a lo que fue la religión en ese periodo, en el que los clérigos tenían que hacer frente al paganismo e intentar convertir a estas gentes al cristianismo. En este sentido se recoge en el libro la conversión de algunos lordemanos por Cresconio y su bautizo en el río.
Como os decía, otro aspecto destacable en la novela es su enorme labor de documentación. A lo largo de toda la narración se aprecia un gran trabajo por parte del autor que ha conseguido reunir toda la información necesaria para poder recrear este periodo histórico y conseguir que el lector dibuje cada escenario y situación en su mente. No solo refleja los hechos que tuvieron lugar si no que aporta infinidad de datos complementarios en las descripciones de los entornos, la forma de vida, las ropas de los diferentes personajes...
Todo esto hace que El señor de Lordemanos sea una forma perfecta para retroceder en el tiempo y contemplar lo que tuvo que ser la Galicia del periodo, en la que encontrábamos gentes de orígenes tan dispares, con una ciudad como Santiago que empezaba a florecer y a adquirir la importancia que tiene hoy en día y en la que sus habitantes sufrían el temor del cambio de milenio, que les impulsaba a creer en la idea del fin del mundo, más teniendo en cuenta el caos en el que se encontraban y los constantes saqueos que sufrían.
Esta labor de documentación también se refleja en los personajes, la mayoría de ellos reales aunque también encontramos algunos ficticios, tan bien construidos que para saber si existieron o no realmente tendremos que recurrir al epílogo final. Puesto que la mayoría son personajes históricos todos resultan interesantes, aunque en mi caso quizás me han llamado más la atención los lordemanos, por ser más desconocidos, ya que en la novela se reflejan como realmente fueron y los aleja de la visión que nos han inculcado de los vikingos. En relación con ellos me llamó mucho la atención por ejemplo que Torvaldo, conde lordemano tuviese alojado a Ulfo, también lordemano pero de diferente origen y que es su rival, pero las reglas exigían hospitalidad y tenían que dar alojamiento incluso a sus enemigos.
Respecto al protagonista de la novela, Cresconio, es un personaje con el que se consigue un gran acercamiento a lo largo de la novela, ya que conocemos sus acciones tanto en el pasado como en el presente y de ellas se desprende un carácter bondadoso y sobre todo de gran valentía, aunque en el momento presente se encuentre atormentado por el miedo. Destaca el contraste entre su condición de clérigo y esa determinación para tomar parte activa en el campo de batalla y enfrentarse a los enemigos.
Por todo ello El señor de Lordemanos es una novela muy interesante, ampliamente documentada y con una prosa muy cuidada que la convierte en una obra muy recomendable para los amantes de este género así como para todos aquellos que quieran descubrir un poco más de la época medieval en Galicia y de los desconocidos lordemanos. Lo novela fue finalista del Premio de Novela Histórica Caja de Granada 2010.
El señor de Lordemanos llegó a mí gracias a su autor, Miguel Ángel Badal, quien amablemente me la envió en formato electrónico para leer y reseñar. A primera vista el argumento me llamó mucho la atención, ya que no había leído nada antes sobre la Galicia medieval y lo que nosotros conocemos comúnmente como vikingos, aunque en la novela vemos que no es el término adecuado para referirse a ellos, en este caso son lordemanos. Aunque no es la novela histórica que estoy acostumbrada a leer, ya que yo me inclino más por las que os he señalado antes de aventuras, más comerciales, me ha gustado mucho y tengo que señalar que he aprendido muchísimo con esta lectura, datos que desconocía y me han dejado sorprendida.
¿Cuántos de vosotros sabíais que lo que hoy es la catedral de Santiago de Compostela era la iglesia catedral de San Jacobo? y es que Jacobo es el origen del nombre que ha ido cambiando hasta llegar a Santiago, curioso ¿verdad? confieso que tuve que recurrir a internet para desvelar la intriga. Os pongo este dato a modo de ejemplo porque es el que más me llamó la atención.
La historia nos traslada a la Galicia del siglo XI con el obispo Cresconio como protagonista. Es una época convulsa, en la que Galicia se encuentra inmersa en una situación de caos político y sufre los intensos ataques normandos, que llegan a sus costas atraídos por el reclamo del santuario del apóstol.
Está narrada en dos tiempos, por un lado nos situamos en el año 1050 en el que Cresconio se encuentra inmerso en la escritura de un códice en el que intenta recoger el relato del doble milagro de San Pascentio. La labor no es sencilla, ya que los recuerdos se difuminan en su mente por el paso del tiempo y se mezclan con los temores de sufrir el castigo de los horrores del infierno al morir excomulgado, que martirizan al obispo. Mientras, en el exterior, la ciudad de Compostela se prepara para afrontar el inminente saqueo por parte de los lordemanos, a los que esperan enfrentarse como años atrás ya hiciera el obispo en otro emplazamiento.
Por otro, nos trasladamos a la época en la que tuvieron lugar los hechos que el obispo intenta recoger en el códice, una época en la que él mismo tuvo que hacer frente a los ataques de los saqueadores nórdicos, llegando a participar en las batallas y enfrentarse al mismísimo conde Ulfo. Recuerda su encuentro con Torvaldo, conde de Lordemanos, al que acudió para solicitar su ayuda en la lucha contra los vascones y las batallas que tuvieron lugar posteriormente en las que el obispo tomo parte activamente.
La novela se divide en ocho capítulos en los que el obispo Cresconio nos va guiando por los acontecimientos al mismo tiempo que nos hace partícipes de sus miedos y reflexiones. En los capítulos se mezcla la narración presente con los hechos vividos años atrás por el protagonista pero ambas historias están muy bien diferenciadas y el hilo de la historia se sigue perfectamente. Esta división en la narración la consigue al autor cambiando el tiempo del narrador y es algo en lo que introduce un pequeño contraste, ya que la narración actual está contada en tercera persona y los hechos pasados se narran en primera persona por Cresconio, lo que da fuerza al relato y hace que el lector se sienta más dentro de la historia.
Junto a estos ocho capítulos el libro incluye un prólogo a cargo de Miguel Romero, presidente de la ACMET y varios epílogos en los que se recogen una nota del autor que nos explica el contexto histórico de la novela, la relación de los personajes históricos del relato, el significado de los topónimos antiguos utilizados en el libro, un glosario y una bibliografía.
Dos de los aspectos más destacables de la novela son el estilo narrativo utilizado por el autor y la gran labor de documentación que tiene la obra. Desde el principio te das cuenta de que la forma en la que está escrita es diferente, se ha cuidado mucho la narración, utiliza topónimos antiguos para los emplazamientos y nombres además de mucho vocabulario propio del periodo, términos latinos, gallegos y en lengua romance según nos explica posteriormente en el glosario. Esto llena de riqueza la narración, ya que por una parte consigue sumergir al lector en el periodo, el uso de estos términos tanto en el relato como en los diálogos hace que tengas la sensación de estar viviendo de cerca el medievo gallego y por otra parte sirve para que la lectura sea un aprendizaje continuo, tanto de palabras como de las denominaciones de sitios que en mi caso personal son muy conocidos por cercanía a mi lugar de residencia y me ha gustado mucho descubrir cómo eran conocidos en la antigüedad.
Siendo el protagonista de la novela un miembro del clero, también encontramos párrafos marcados por la religiosidad, algunos extractos en latín y fórmulas eclesiásticas que nos acercan a lo que fue la religión en ese periodo, en el que los clérigos tenían que hacer frente al paganismo e intentar convertir a estas gentes al cristianismo. En este sentido se recoge en el libro la conversión de algunos lordemanos por Cresconio y su bautizo en el río.
Como os decía, otro aspecto destacable en la novela es su enorme labor de documentación. A lo largo de toda la narración se aprecia un gran trabajo por parte del autor que ha conseguido reunir toda la información necesaria para poder recrear este periodo histórico y conseguir que el lector dibuje cada escenario y situación en su mente. No solo refleja los hechos que tuvieron lugar si no que aporta infinidad de datos complementarios en las descripciones de los entornos, la forma de vida, las ropas de los diferentes personajes...
Todo esto hace que El señor de Lordemanos sea una forma perfecta para retroceder en el tiempo y contemplar lo que tuvo que ser la Galicia del periodo, en la que encontrábamos gentes de orígenes tan dispares, con una ciudad como Santiago que empezaba a florecer y a adquirir la importancia que tiene hoy en día y en la que sus habitantes sufrían el temor del cambio de milenio, que les impulsaba a creer en la idea del fin del mundo, más teniendo en cuenta el caos en el que se encontraban y los constantes saqueos que sufrían.
Esta labor de documentación también se refleja en los personajes, la mayoría de ellos reales aunque también encontramos algunos ficticios, tan bien construidos que para saber si existieron o no realmente tendremos que recurrir al epílogo final. Puesto que la mayoría son personajes históricos todos resultan interesantes, aunque en mi caso quizás me han llamado más la atención los lordemanos, por ser más desconocidos, ya que en la novela se reflejan como realmente fueron y los aleja de la visión que nos han inculcado de los vikingos. En relación con ellos me llamó mucho la atención por ejemplo que Torvaldo, conde lordemano tuviese alojado a Ulfo, también lordemano pero de diferente origen y que es su rival, pero las reglas exigían hospitalidad y tenían que dar alojamiento incluso a sus enemigos.
Respecto al protagonista de la novela, Cresconio, es un personaje con el que se consigue un gran acercamiento a lo largo de la novela, ya que conocemos sus acciones tanto en el pasado como en el presente y de ellas se desprende un carácter bondadoso y sobre todo de gran valentía, aunque en el momento presente se encuentre atormentado por el miedo. Destaca el contraste entre su condición de clérigo y esa determinación para tomar parte activa en el campo de batalla y enfrentarse a los enemigos.
Por todo ello El señor de Lordemanos es una novela muy interesante, ampliamente documentada y con una prosa muy cuidada que la convierte en una obra muy recomendable para los amantes de este género así como para todos aquellos que quieran descubrir un poco más de la época medieval en Galicia y de los desconocidos lordemanos. Lo novela fue finalista del Premio de Novela Histórica Caja de Granada 2010.
FUENTES: el libro,
imagen catedral http://www.unavisiondegalicia.com/page/3/
Gracias a Miguel Ángel Badal por facilitarme el ejemplar